Columna: Estamos realmente seguros?

Este fin de semana circuló la nota que mencionaba la captura de algunos presuntos delincuentes ligados con el recién abatido narcotraficante Ignacio Coronel (según la DEA y la PGR uno de los capos de la droga más importantes)gracias a la información contenida en una laptop de su propiedad.  En primera instancia no me parece nada raro que las autoridades se alleguen de pistas e información revisando el contenido de los ordenadores que incautan, sin embargo la divulgación de la información se hizo tremendamente rápido, lo que me hace sospechar que la laptop que contenía esos archivos no tenía contraseñas, o simplemente era muy débil (para fortuna de las autoridades) ya que el dueño pereció en el operativo; aunado a este caso se informó recientemente que en Arabia Saudita limitarán el uso de los servicios de BlackBerry Messenger debido a que la información de los dispositivos de la zarzamora se codifican fuertemente y hace muy complicado por no decir imposible para las autoridades o forenses digitales rastrear las comunicaciones entre estos dispositivos, lo que nos manda al otro extremo de la seguridad en la información, resultando no ser siempre tan buena.
Lo que podemos ver en ambos ejemplos es lo increíblemente relacionados que se encuentran la seguridad colectiva de las personas que vemos diariamente y con quienes convivimos todo el tiempo a la seguridad en sistemas de información. ¿cuantos de nosotros realmente tenemos contraseñas seguras en nuestros correos o servicios web?, ¿cuantos de nosotros utilizamos y respetamos los más elementales principios de prevención de accidentes?, ¿quienes cambiamos los nips de acceso al home banking con regularidad?, ¿cuantos modifican sus rutas de traslado de regreso a casa para prevenir secuestros?, ¿cuantos cambiamos la contraseña de nuestros routers caseros para prevenir intrusiones?, ¿quienes revisamos en casa la carga eléctrica de cada tomacorriente para evitar algún sobrecalentamiento?.
Aunque parezcan cosas que son diferentes por su naturaleza, tienen como elementos en común denominador la palabra seguridad, y aunque pensemos que la seguridad es privativa de cuestiones físicas e interpersonales, cada vez más hemos integrado a nuestra vida diaria elementos tecnológicos que podrían poner en riesgo nuestra integridad, patrimonio y tranquilidad personal y de nuestra familia.
Así que la moraleja de la historia de este fin de semana, trata de ser consciente de lo que haces, hablas, escribes y observa a través de que medios los haces; y pregúntate: ¿estás en riesgo tú o algún miembro de tu familia?, por lo pronto cambiaré mi contraseña antes de irme a dormir.
Buen inicio de semana.
Ángel Y. Aguilar Camacho

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